Transcurridas las dos primeras semanas del «quédate en casa» donde todos hemos tenido que adaptarnos en lo personal, por la intensa convivencia, y en lo profesional por hacer teletrabajo efectivo con clientes, me he dedicado con la ayuda de la familia a «auto aplicarme» herramientas de mejora que habitualmente implantamos en los clientes y que tan buen resultado les dan.
Me refiero en primer lugar a la metodología 5S para la organización de los elementos del hogar que se han acumulado a lo largo de los años. Para ello he seguido el sistema de arrastre a la inversa, puesto que necesitaba liberar espacio, primero en el trastero del garaje, y después en el armario de la escalera, para poder reubicar «cosas» menos utilizadas de los espacios que tengo más a mano, como son los armarios de las habitaciones.
La clasificación y destino de los elementos que inventariaba mentalmente conforme iban apareciendo era su reubicación en función de su frecuencia de uso, reciclado a contenedores de juguetes y ropa, e incluso reservarlos temporalmente para un mercadillo misionero en el que colabora mi madre, y en último lugar gestionarlos como residuos cuando no tenían valor alguno o estaban deteriorados.
Aunque parezca extraño, porque no me canso de repetirlo a los clientes, me sorprendí a mi mismo ante la cantidad de «cosas» inútiles que tenía almacenadas y otras muchas que desconocía su existencia. Para resolver definitivamente este problema, utilice el control visual para que el máximo número de elementos posibles quedaran a la vista, y para los que no, identificamos las cajas que lo contenían de forma clara.
Incluso algún elemento de utilización escasa como es un antiguo juego de dardos, del cual no recordaba su existencia, ha cambiado de «status» en este periodo excepcional y ahora se almacena en un cajón preferente del salón.
También me he acordado en estos días del proyecto 5S que tenemos en curso en un taller de mantenimiento de una gran industria por las particularidades que conlleva a la hora de aplicar esta metodología. Por eso me he atrevido a ordenar la caja de herramientas, y el cajón que yo llamo de bricolaje, y tengo que reconocer que he cometido los mismos errores que mis clientes al guardar piezas bajo la premisa de «por si acaso».
La segunda aplicación práctica de proyectos de mejora que llevamos a cabo en clientes y que me he tenido que administrar en estos días ha sido la gestión de stock de la despensa y la planificación de los aprovisionamientos. Con el fin de reducir al mínimo las salidas al supermercado, hemos tenido que incrementar los niveles de stock, hacer marcas de aviso de punto de pedido en ciertos artículos más críticos, por la escasez en las tiendas o su alta rotación, controlar especialmente las caducidades de los productos más perecederos, y ubicar los productos en el frigorífico de forma que se facilite el sistema FIFO de consumo. También se han validado procesos de congelación de alimentos que nunca hubiéramos probado antes.
Puede que mi comportamiento os resulte algo «friki», pero solo se trata de utilizar «el sentido común». He aplicado la metodología con rigor, de forma natural, sin saltarme los pasos, como hay que hacer.
Por último y aprovechando este periodo de confinamiento, recomiendo la formación interna, y os puedo asegurar que, por nuestra parte, todo el equipo de Superia está aprovechando este tiempo para seguir formándose y avanzar en aquellos servicios de consultoría que sin duda van a aportar mayor valor a nuestros clientes cuando vuelva la normalidad.
Para más información contactar con José Sala, Socio Director de Superia Consultores, en j.sala@superia.es